Prueban en la Antártida un biocombustible desarrollado a base de ricino

En aquel momento, los esfuerzos se concentraron en formular un biocombustible a base de aceite de soja para uso aeronáutico. Uno de los desafíos fue adaptar el combustible a las bajas temperaturas a las que se encontraría expuesto cuando la aeronave ganara altura. Este desarrollo fue exitoso, y en 2007 un avión Pucará logró volar con ese biocombustible.

 

"Una vez logrado eso, el Ministerio de Defensa solicitó que continuáramos el desarrollo pero que reemplazáramos el biocombustible a base de aceite de soja por uno de origen no alimenticio, no comestible, partiendo del precepto que no resulta ético quemar alimento cuando en el mundo numerosas poblaciones padecen hambre", explica Jorge Pérez, director científico del proyecto y profesor de la UNC.

 

"Entonces elegimos el ricino. Es un cultivo benigno desde el punto de vista ecológico y social: no es comestible, su cultivo no es intensivo, ocupa tierras marginales y emplea mucha mano de obra", agrega el investigador y completa: "Desde el punto de vista técnico, es posible desarrollar estrategias que no colisionen ni con la preservación del recurso natural, ni con la falsa opción alimentos versus combustibles".

 

Según indica un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción de biodiesel con ricino podría beneficiar a los agricultores pobres, en particular en las zonas semiáridas y alejadas, donde no crecen cultivos alimentarios pero sí puede obtenerse ricino.

 

Del laboratorio a la Antártida

 

Inicialmente, el biocombustible a base de aceite de ricino -adaptado a temperaturas inferiores a 47 grados bajo cero- fue logrado a escala de laboratorio en el Centro de Química Aplicada de la UNC (Cequimap) y desarrollado con tecnología aportada por el Centro de Investigaciones Aplicadas de la Fuerza Aérea Argentina (CIA).

 

Actualmente, un vehículo ecológico en la base argentina Marambio, en la Antártida, es impulsado con este biocombustibles, donde la dirección Asuntos Antárticos de la Fuerza Aérea Argentina lleva adelante el proyecto de Usina Verde Marambio, donde experimentan con energías alternativas de diverso origen. El objetivo es el reemplazo progresivo del gas oíl antártico (GOA) por biocombustibles. El combustible que se prueba en este momento es el BioGOA que contiene un 15% biodiesel desarrollado con ricino y un 85% de gas oíl antártico.

 

"Los biocombustibles no deben verse como un reemplazo de combustibles fósiles en lo inmediato, sino como una alternativa estratégica de diversificación de la matriz energética, para pasar a un modelo más amigable con el medio ambiente", explica Pérez.

 

El biocombustible en su ciclo de producción elimina el gas que produce el efecto invernadero, pero el dióxido de carbono que genera el motor es el mismo que usa la planta para generar el combustible, según comenta el director del proyecto.

 

"En el caso particular de nuestro país, que cuenta con una excelente potencialidad de obtención de productos naturales, es una ventaja comparativa que no debemos dejar pasar", subraya Pérez.

 

Fuente: Dicyt

 

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